
Contenido validado por
Dra. Josefina Bascuñán
Subgerente de Gestión Clínica
Los pólipos colónicos son más comunes de lo que crees. Aunque en la mayoría de los casos son benignos, algunos pueden transformarse en cáncer si no se detectan a tiempo. Si has sentido molestias digestivas o te han recomendado una colonoscopía, este artículo es para ti.
¿Qué son los pólipos en el colon?
Los pólipos colónicos son pequeñas protuberancias o crecimientos de tejido que aparecen en la parte interna del intestino grueso (colon). Muchas veces no presentan síntomas, por lo que pueden pasar desapercibidos durante años.
Existen varios tipos de pólipos, pero los más importantes de conocer son:
Son los más comunes y, en general, no se convierten en cáncer. Suelen aparecer en el final del colon y no representan un riesgo grave, pero es importante controlarlos. Estos pólipos sí pueden transformarse en cáncer con el tiempo. No todos lo hacen, pero mientras más grandes sean, mayor es el riesgo. Por eso, si se detectan, lo más habitual es extraerlos y seguir con controles periódicos. A simple vista pueden parecer inofensivos, pero algunos tipos tienen alto riesgo de volverse cancerosos, especialmente si están en ciertas partes del colon. Por eso, es clave analizarlos bien y hacerles seguimiento.Pólipos hiperplásicos:
Pólipos adenomatosos:
Pólipos serrados:
Si ya tienes más de 45 años o tienes antecedentes familiares de cáncer de colon, es importante que te realices controles preventivos. Detectar a tiempo hace una gran diferencia.
¿Qué síntomas podrían alertarte?
Aunque muchas veces no causan molestias, en algunos casos podrías experimentar:
- Sangrado rectal
- Cambios en el ritmo intestinal (diarrea o estreñimiento)
- Dolor abdominal persistente
- Fatiga por anemia
Si presentas alguno de estos signos, te recomendamos agendar una evaluación con un especialista en gastroenterología lo antes posible.
¿Cómo se detectan los pólipos colónicos?
La forma más efectiva de detectar pólipos en el colon es mediante una colonoscopía. Este examen permite visualizar el interior del colon y, en caso de encontrar pólipos, se pueden extraer en el mismo procedimiento de forma segura y ambulatoria.
¿Qué pasa si tengo pólipos?
Lo primero es no alarmarse. Detectar los pólipos colónicos a tiempo es la mejor forma de prevenir complicaciones. Si se extirpan a tiempo, el riesgo de desarrollar cáncer de colon disminuye significativamente.
Además, tu médico te indicará si es necesario un seguimiento posterior con nuevos exámenes o controles periódicos.
¿Cómo se tratan los pólipos colónicos?
El tratamiento de los pólipos colónicos depende del tipo, tamaño, número y características celulares que presenten. En la mayoría de los casos, los pólipos son extirpados durante la misma colonoscopía, lo que permite un tratamiento inmediato y efectivo.
Entre las principales opciones de tratamiento se incluyen:
Es el procedimiento más común. Se realiza durante la colonoscopía, utilizando una pequeña asa que corta el pólipo desde la base. No requiere cirugía y generalmente es ambulatorio. Se utiliza en pólipos más grandes o con características sospechosas. También puede realizarse por vía endoscópica, aunque requiere más precisión técnica. Solo se indica en casos complejos, como pólipos que no se pueden extraer completamente por vía endoscópica o cuando ya se ha confirmado presencia de cáncer invasivo.Polipectomía endoscópica:
Resección por mucosectomía o disección submucosa:
Cirugía
Una vez extirpado el pólipo, se envía a biopsia para analizar su composición celular. Esto permite saber si hay signos de displasia (cambios celulares anormales) o riesgo de malignidad.
El seguimiento médico posterior es fundamental, ya que algunas personas pueden desarrollar nuevos pólipos con el tiempo. Tu especialista en gastroenterología definirá el intervalo adecuado para futuras colonoscopías.
¿Se pueden prevenir los pólipos colónicos?
Aunque no todos los casos se pueden prevenir, sí existen hábitos que ayudan a reducir el riesgo:

Llevar una dieta rica en fibra (frutas, verduras, cereales integrales)

Evitar el exceso de carnes rojas y embutidos

No fumar ni abusar del alcohol

Hacer actividad física con regularidad

Realizarse exámenes preventivos a partir de los 45 años
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